La interculturalidad como herramienta de Emancipación, de Jorge Viaña
del wawqi papaqara Edwin, CHILLCCE CANALES
VIAÑA, Jorge. La Interculturalidad como herramienta de Emancipación. Hacia una redefinición de la interculturalidad y de sus usos estatales. La Paz. Editorial del Instituto Internacional de Integración. Convenio Andrés Bello, 2009
El libro retoma y profundiza las diferentes reflexiones que se han dado sobre la interculturalidad. El análisis que se aborda parte de un punto de vista critico que tiene como prioridad evidenciar las tendencias dominantes y reduccionistas sobre el tema. Para el autor la cultura dominante, que tiene como base el Estado, revitaliza estrategias para la inclusión de lo diverso como una forma de control, que implica la subordinación y el sometimiento de la heterogeneidad. La posición del crítico pone en debate las nociones de interculturalidad que se han venido realizando en América latina. El texto en mención se encuentra dividido en seis capítulos, en los cuales se analizan los procesos macroculturales y los dilemas de la interculturalidad. En la presente reseña mostraremos la propuesta crítica-teórica del autor, no describiremos los capítulos en su totalidad, pero lo ligaremos para comprender su planteamiento.
El autor desarrolla minuciosamente el carácter subordinado de la interculturalidad cuyo potencial ha sido tomado como un proyecto político que crea mecanismos sofisticados para su “domesticación”, generando elementos como la “fraternidad” y “convivencia”.
Para Viaña nos encontramos, ya no en una dominación que moldea a la sociedad a través de la homogeneidad, sino en una dominación que promueve la heterogeneidad, la diversidad que se incorpora a una lógica macrocultural. Esto implica una forma de dominación posmoderna que asume un rostro benevolente y de inclusión. Este mecanismo de control de lo diverso tiene como principio neutralizar y vaciar –como dice el autor el significado efectivo y crítico de las culturas. Entonces cabe preguntarse ¿Qué propuestas interculturales se han venido realizando? Para el autor la interculturalidad se ha reducido a una educación bilingüe que ni siquiera es parte de la cultura dominante, sino tan sólo de las culturas subalternas (el occidental habla castellano, y el indio, quechua y castellano), el indio es el único sujeto interculturado, no porque quiere, sino porque su vida depende de ello, la diferencia es notoria en sus relaciones, ya que no depende de su cultura sino de una estructura de poder excluyente. Ello demuestra que la interculturalidad esta circunscrito, específicamente, a los indios y que esta se desarrolla verticalmente, pero ¿Qué proponía la interculturalidad en sus inicios? En un principio -según Viaña- evidenciaba la multuculturalidad y promovía el diálogo, pero no las condiciones de éstas; suponía la comprensión y el entendimiento que brindaría el respeto mutuo y la convivencia. Éste tratamiento no implicaba constituir una base cultural que haría posible el diálogo, la matriz cultural que asumía sin cuestionamiento esta directriz era y es la cultura occidental con todo su aparato moderno. Ésta matriz –según el autor parafraseando T. Adorno y Horkheimer– culturalmente es cosificadora, fetichista, enajenante y deshumanizadora, por ello es incapaz de establecer las condiciones para un diálogo.
La cultura modernizadora globalizante ha creado un proceso inherente a su estrucutura que adquiere forma en su proceso hegemónico. Nos referimos a la categoría de etnofagia (una cultura se come a otra) que en términos del autor es “… un conjunto de ‘sutiles fuerzas disolventes’ minan y destruyen los aspectos más críticos, las aristas anticapitalistas, anticoloniales de las culturas, y de otras formas civilizatorias” (100). Estas fuerzas crean herramientas como la valoración y el respeto mutuo hacia la diversidad, asimismo otorga participación que tiene como propósito corroer y destruir las culturas. Según el autor este proceso tiene dos estadios: la subsunción formal y la subsunción real. El primero responde a la adecuación de los procesos de producción y de consumo hacia una lógica; los goces y el sistema de necesidad se van cociendo a la lógica macrocultural. Por otro lado, la subsunción real es un proceso “…de colonización, en donde se va apoderando de la producción y reproducción de la vida social” (109), ello es radical; reconfigura y elimina lo que no le sirve. En ese sentido, Viaña menciona que la interculturalidad en términos reales no existe, porqué no hay una interculturalidad en la estructura, pues el reconocimiento del indio se incluye bajo la premisa: “te incorporo, pero bajo mi lógica te subordino y a la vez te distorsiono”.
En este sentido, para finalizar, el autor propone sin ambigüedades ni titubeos que la interculturalidad debe asumirse como herramienta fundamental de emancipación y/o descolonización a nivel estructural. La propuesta nos permite abordar la interculturalidad como una herramienta que haga posible la descolonización, pero nos llevaría a una pregunta inevitable ¿Qué base cultural o matriz cultural llevaría a cabo dicho proyecto en tiempos y espacios heterogéneos como el peruano?
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